Erik y su familia se irán un año de la escuela, porque saldrán del país para vivir una nueva experiencia con sus hijas; sin embargo, regresarán, ya que para ellos Waldorf Los Caracoles es su casa y familia, y nos comparte las razones de ello:
1.- Han sido años formativos pero a nosotros nos queda claro que meter a nuestras hijas a esta escuela fue de las mejores decisiones que hemos tomado como pareja.
2.- Hemos conocido escuelas en CDMX, en San Miguel, en Estados Unidos y en Canadá, y aún puedo decir, sin exagerar, que Los Caracoles es única
3.- En otras escuelas, la colegiatura es como un pago por un servicio: yo pago, entonces, te lo dejo y me lo educas; aquí aprendimos a que es diferente, como es una comunidad, si te involucras el resultado será fenomenal.
4.-También aprendimos a vivir la pedagogía. A que debe haber congruencia entre lo que viven las niñas en la escuela y lo que vivimos todos en casa.
5.-No hacerle caso a la presión social, vimos que algunos papás sufrieron ansiedad porque los primos ya leen y suman. Hay qué confiar y esperar.
6.-En cuarto y quinto vimos que acaban agarrando vuelo, es en su momento y en su tiempo, no hay por qué estar corriendo y compitiendo.
7.-Descubrimos que la única manera de enterarte cómo van tus hijos es involucrándote, porque en esta pedagogía no te dan cada mes el 6 u el 8 como en las escuelas tradicionales.
8.-No hay nada como las dos hectáreas de granja y hortaliza, ya la mitad de población global vive en ciudades y la gente no sabe de donde viene la comida y mis hijas lo saben y la trabajan.
9.-Nos mudaremos un año a Canadá y mis hijas estarán en otra escuela Waldorf. Y si bien son espacios más cerrados, por aquello del invierno, la esencia es la misma: en las clases de prueba mis hijas se sintieron en casa. Se siente igualito. Los pizarrones, los colores, las rondas, los ciclos, el ritmo.
10.- Si los Caracoles no existieran, no viviríamos en Valle.