20 de noviembre de 2019

Matemáticas y Ciencias en el Jardín de Infancia Waldorf

Para Rudolf Steiner, en el entorno de la infancia temprana abundan las oportunidades de fomentar el desarrollo de los conceptos matemáticos y científicos. Esto pudiera parecer raro a quienes fácilmente ven la belleza, el lenguaje y el ambiente acogedor del Jardín Waldorf, pero que no necesariamente se les hace evidente el lado matemático o científico en este espacio de la primera infancia.

¿Cómo es que los niños pequeños aprenden habilidades fundamentales de matemáticas y ciencias? En realidad, a través de las experiencias y del movimiento físico en el mundo. Los niños sanos manipulan materiales y sus propios cuerpos en cada situación que se les presenta, reuniendo “datos” desde sus sentidos y pensamiento y, a través de la exposición constante, encuentran un orden natural para esos “datos”. 

El niño pequeño comienza a percibir el mundo al sentir la textura de los objetos, la calidez del abrazo de sus maestras, de los rayos del sol o del viento frío que le roza la cara. En este momento, también comienza a experimentar y a aprender inconscientemente sobre el poderoso ritmo del día y la noche o el infatigable paso de las estaciones naturales, percibiendo la secuencia temporal. El niño aprende sobre la experiencia física del hambre, del calor, del cansancio, como un referente de su propio cuerpo y su funcionamiento.

Un día, el niño se hace consciente de sus extremidades y esto inicia el largo proceso de descubrir cómo asirse a los objetos. Investiga cada una de las cosas que encuentra a su alcance, saboreándolas, volteándolas de cabeza, haciendo ruido con ellas, mordiéndolas, tirándolas al suelo. Elementos naturales como peso, textura, dureza, forma, sabor, sonido y temperatura son registrados durante los primeros siete años, principalmente a través de experiencias naturalistas. Un ambiente natural interesante y rico, rodeado de adultos involucrados en actividades que tengan un propósito, provee al niño de interminables oportunidades así como de la motivación necesaria para que interactúe sanamente con lo circundante.


Los niños pequeños que ya caminan aprenden acerca de la relación espacial en el mundo en su inagotable esfuerzo por ponerse de pie, caminar, caerse y volverse a levantar. Mantenerse erguido y manejar el movimiento dentro de los tres planos del espacio es un logro monumental y ayuda al entendimiento futuro sobre las leyes de la física. Actividades como “gatear sobre y debajo”, “trepar”, “caminar”, “correr” y “brincar” proveen naturalmente de las bases de la geometría y de la física. El niño seleccionará al azar objetos, los levantará, los llevará consigo, los colocará dentro de una caja y los aventará después, desarrollando así la percepción matemática del uno-a-uno y la física y biológica de causa y efecto.

Jugar con troncos, tambores, tablas, ladrillos, cuerdas, etc., da pie al aprendizaje mecánico que puede incluir palancas, puntos de apoyo y poleas. El juego incluye el disfraz, la construcción de casas y la representación imaginaria de objetos. Por ejemplo, un pedazo de madera puede ser utilizado como un imán o un teléfono y una marioneta como un personaje para contar una historia, todo lo cual provee los fundamentos neurológicos para el uso de símbolos abstractos (números y letras) para representar ideas. Cocinar permite el aprendizaje de las medidas, del todo y de las partes, de la química y el volumen, máxime si se cocinan productos de la hortaliza cultivada por ellos mismos y sus maestras.

Los pequeños del Jardín aprenden la numeración al contar servilletas, velitas de cumpleaños, el número de sillas que se necesitan en la mesa. Ellos disfrutan del lenguaje rítmico y repetitivo de los cuentos y el contar, aplaudir y cantar canciones y versos, mismos que soportan los fundamentos de las matemáticas. Les encanta ordenar juguetes, formas, colores, animales, etc., lo que desarrolla el concepto de la clasificación, que es una habilidad pre-algebráica. 

Analizado así, es evidente que el Jardín de Infancia Waldorf provee los fundamentos psicológicos, neurológicos y vivenciales para que el niño, de manera natural, aprenda y se desarrolle en este mundo físico, preparándose para su paso por la vida, "como jugando". Cuando el niño llegue a la Primaria, la cuidada recepción que le harán los maestros y la pedagogía le permitirán continuar construyéndose de manera salutogénica, para ir paulatinamente construyendo su propio pensamiento y conceptos de una manera científica, ecológica, artística, social y propositiva.